jueves, 3 de marzo de 2022

Hacia una Catequesis orante

(Extracto de una conferencia de “Presentación de Oratorios de Niños Pequeños” del Padre Gonzalo Carbó, Cooperador de la Verdad).

 

- La oración, alma de la transmisión de la fe.

 

El Catecismo de la Iglesia Católica, en el punto introductorio de la IV parte (n. 2558), nos da la clave de la experiencia de fe. Entrar en el Misterio de la Salvación, el misterio del Amor de Dios, conlleva una relación viviente y personal con Jesús Resucitado cuando se anuncia y recibe el Evangelio, cuando se celebra el misterio pascual, cuando se quiere vivir la vida cotidiana de acuerdo a la fe profesada y celebrada. Esta “relación viviente y personal con Dios vivo y verdadero” de los fieles cuando creen en el misterio de la fe, lo celebran y viven “es la oración”, como contundentemente afirma el Catecismo. Así podríamos decir que la IV parte del catecismo nos indica el espíritu que debe penetrar las otras tres primeras, para que lleguen al hombre, al niño, y puedan vivirse interiorizadas y personalizadas.

 

Ya afirmaba el entonces card. J. Ratzinger que “no ganamos a los hombres con nuestra astucia: debemos recibirlos de Dios, para Dios. Por eso todos los métodos están vacíos si no tienen en su base la oración. La Palabra del anuncio debe estar habitada por una vida de oración”. (Discurso en el Jubileo de los catequistas 2000).

 

En la experiencia de oración que presentamos hemos visto aparecer cómo el encuentro personal con Jesús-Emmanuel-Buen Pastor se constituye en la buena noticia del evangelio que cautiva el corazón de los niños y les lleva al conocimiento del Señor, a la alegría de la celebración del Amor de Dios, a una nueva orientación de su vida moral.

 

- Hacia una catequesis orante.

 

El oratorio nos ha permitido soñar en una “nueva catequesis”.

 

Es posible, lo alentamos, y lo hemos visto ya hecho realidad en algunas parroquias, el hacer una catequesis orante, siguiendo el mismo esquema y pedagogía de las Reuniones del Oratorio:

 

a)        Oración del Corazón.

                                    Memoria de la catequesis

                                    Confesión de Jesús presente

                                    Oración del Corazón

                                    Canto

                  

b)        Orar la Palabra.

                                    Introducción a la Palabra

                                    Proclamación-escucha de la Palabra

                                    Comentario de la Palabra (momento catequético)

                                    Versículo clave y fórmula catequética

                                    Aplicación a la vida

                                    Meditación y oración (espontánea: decir algo bonito al Señor).

                                    Canto

 

c)         Un solo Corazón, una sola voz

                                    Oraciones en común.

                                    Shemá-Padre Nuestro, María.

 

Cada catequesis debe quedar identificada, iluminada y guiada por una Palabra del Evangelio y una Gracia esperada y suplicada, siempre en el marco de experiencia de encuentro amoroso con Jesús, Don del Padre. Desde ahí se prepara el desarrollo de la catequesis.

 

El contenido catequético arranca de una Palabra de Jesús (o del Antiguo Testamento, en clave tipológica).

 

Tras la oración del corazón, se proclama la Palabra, se recuerda, se explica brevemente (aquí viene el momento propiamente catequético, a ser posible en diálogo con los niños –método mayéutico-, y centrado en un solo punto del Misterio de Jesús), se memoriza un versículo de la Espritura y una pequeña fórmula teológica, se orienta su aplicación a la vida (y aquí se les proponene también tareas para casa), se medita-ora-canta… y se pasa al último momento de “oración en común en voz alta”.

 

En el itinerario catequético se irán proveyendo experiencias de encuentros con Jesús, actualizando las cuatro partes del Catecismo de la Iglesia, ¡siempre encuentro con Jesús!:

1.        Encuentro con Jesús en la Palabra.

2.        Encuentro con Jesús en la Liturgia.

3.        Encuentro con Jesús en la Vida como Alianza de amor, en la Comunidad

4.        Encuentro con Jesús por la Oración como Diálogo de Amor.

 

Si la catequesis sigue a la evangelización, entendida ésta como adhesión personal a la Persona de Jesús, es necesario, por una parte, orientar cada catequesis como encuentro con Jesús, Don de Amor del Padre, y adhesión del niño a Él con amor sacado del Amor; y, por otra parte, prever tiempos, y aun curso entero, centrados sólo en el encuentro de Amor con Él en todas sus presencias actuantes de Resucitado. Eso es esencialmente el oratorio, especialmente en su Primer Curso. 

 

- Evidencias pastorales y teológicas, surgidas de esta experiencia de catequesis orante.

 

                  1. Cuanto más pequeño tanto más preparado está para recibir el Reino de Dios en la anchura, altura, profundidad de su Misterio, de sus más grandes misterios.

El Kerigma para los niños es Jesús-Emmanuel-Buen Pastor Resucitado, anunciado presente por la Palabra y el Testimonio (de sus catequistas) y acogido-vivido por la Fe y el Testimonio interior del Espíritu (en él).

Jesús-Emmanuel-Buen Pastor toca el núcleo existencial de cada niño, más alá de sus condiciones de raza, de creencia, de condición social, de realidad familias… Todos los niños (de variadas y numerosas latitudes) a los que hemos propuesto esta experiencia han abierto un camino de encuentro, confianza, diálogo y descanso en/con Jesús; no hay necesidad de inculturización en la fe que viene alumbrada por el puro erigma.

Se nos ha dado un itinerario de “apariciones” y de “encuentros” de Jesús Resucitado en sus “presencias sensibles” que los niños pueden vivir desde la fe en el testimonio interior incontestable que les proporcionan el Anuncio y la Palabra.

El reto de la vida: hacer de toda relación una buena noticia, experiencia de evangelio, por el anuncio y la fe de las presencias de Jesús Resucitado en su “cuerpo espiritual”.

 

                  2. Experiencia “sensible” y “espiritual”.

El niño vive de Jesús en experiencias concretas de vida, de amor, de camino, más que de transmisiones intelectuales.

Jesús, el Verbo de Dios hecho hombre, el Amor de Dios incontenible hecho cuerpo y gesto finitos, ha entrado en la limitación de lo sensible y así responde a la sed de infinitud y perfección del amor que el niño vive como su más verdadera sensibilidad y exigencia.

La experiencia de fe de los niños tiene su soporte humano en las presencias sensibles de Jesús (Jesús aparece, mira, toca, habla, se hace alimento y es visto, tocado, escuchado, sentido, gustado por cada niño).

Los sentidos (que nos ubican en el entorno local y temporal) son un acceso insustituible al encuentro con el Dios que, por la Encarnación, se ha hecho sensible, se ha hecho historia humana en el caminar con cada hombre. La fe es histórica del hombre, por lo tanto sensible-psíquica-espiritual, en un hic et nunc concreto

 

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